¿A ti te ocurre lo mismo…?
Para mí hay dos momentos a lo largo del año, que me empujan a escudriñar en mi presente y en mi futuro con una mirada amplia y cuestionadora, con ojos inquietos y una energía de acción.
Uno de esos momentos es el comienzo de cada “curso” (reminiscencias de épocas estudiantiles) y el otro, las proximidades del cambio de año que invita a hacer balance y renovaciones.

En ambos casos, bien el reposo veraniego, bien el cambio de ritmo del contexto navideño, permite que deseos y pensamientos errantes emerjan y sugieran alternativas a lo establecido en el día a día. Furtivamente, la mente me sugiere propuestas que decido dejar crecer a su libre albedrío; las miro de reojo, las observo, las alimento, las idealizo, las sopeso, las mezclo, las desecho, las retomo… incluso las valoro, de modo que lo que eran tentativas se puede ir definiendo hasta transformarse en un proyecto factible. Es realmente divertido, porque en ese proceso, todo lo que surge vale.

Este juego puede gestarse en diferentes ámbitos de vida, creando, siempre, una situación estimulante donde la curiosidad, la imaginación, el deseo y la confianza están muy presentes.

Cuando afecta al trabajo, me lleva a reconectar con una actividad laboral engalanada de ideas y propósitos encaminados a modelar un desempeño más integrado, más acogedor y más eficiente.

Si se plantea en otros ámbitos, aportará revitalización y estímulo a la vida, una invitación a jugar en terrenos inexplorados. Nuevas actividades de ocio y entretenimiento, nuevas aficiones, aprendizajes, relaciones o participación social, cuidado personal, creatividad, desarrollo de habilidades… experiencias por descubrir que aportarán a la rutina una dosis de aire fresco.

Se trata de ir elaborando un “lugar” estimulante y hermoso al que dirigirse y un recorrido apetecible por el que transitar.
El simple hecho de diseñarlo ya despliega la energía necesaria para poner los primeros peldaños y echarse a caminar con la mente, el cuerpo y el espíritu enfocados en ese enigmático camino.
Esta energía de movimiento, de novedad, genera entusiasmo. Y el entusiasmo es pasión por la vida; es, en sí mismo, una valiosa fuente de salud y bienestar.

El segundo paso, tan importante como el anterior, consiste en llevarlo a la acción, organizar lo necesario para darle forma.
Quizá necesitaré… un espacio determinado, un tiempo que reservar, unos materiales concretos, información… que habré de poner a disposición del plan, preferiblemente sin demora.

Todo ha de estar dispuesto para hacer realidad el proyecto, ejecutarlo y disfrutar con él.

Imaginemos algunas ideas peregrinas aptas para germinar:

    • Atrae mi atención el cultivo de bonsáis. Estaría bien aprender y crear ejemplares a partir de especies autóctonas.
    • Sería estupendo contactar con personas interesadas en recoger y clasificar algas marinas y establecer un grupo para compartir esa actividad.
    • Me pregunto cómo hacer restauración de muebles antiguos, reinventándolos con plásticos reciclados.
    • La evolución de la vestimenta a lo largo de la historia me crea mucha curiosidad. Me divertiría mucho diseñando y haciendo vestidos de época.
    • Me encantaría cultivar mis verduras. ¿Y… si me organizo con un huerto? Además, podría buscar alguien con quien compartirlo.
    • Me tienta la fotografía. El paisaje urbano en blanco y negro me parece fascinante y trastear con la edición digital tiene que ser muy interesante.

La lista sería interminable.

Todo aquello que aporte creatividad a la vida trae de la mano liberación, diversión, curiosidad, superación, estímulo… y en consecuencia vitalidad y renovación. La SALUD física, mental y emocional se beneficia de ello.
Una actividad que vivimos como apasionante nos arrastra más allá de lo cotidiano, amplia los horizontes, nos lleva a indagar en lo desconocido, a plantearnos preguntas e intenciones insólitas.
La importancia de este escenario radica en que la actividad neuronal se incrementa a la par que el entusiasmo. El cerebro establece nuevas conexiones, amplía sus redes en busca de alternativas, testa soluciones y elabora respuestas inéditas.
Con tal activación, reiterada y mantenida con suficiente intensidad, el cerebro rejuvenece y da lo mejor de sí y, sin dudarlo, el resto del organismo sigue sus pasos.

Insertar en el día a día proyectos novedosos y renovadores, vividos con atención y propósito de realización, constituye un motor potente que engendra Salud.

Fdo: Dra. Paz Bañuelos Irusta