“Vivir en Salud” implica el bienestar de todas las facetas que conforman el ser; lo físico, lo mental, lo emocional, lo espiritual; el trampolín que nos llevará a establecer un entorno personal y social satisfactorio.
Conlleva la capacidad de abordar con decisión cada jornada, con la certeza de que sabremos ubicar cualquier situación que surja, prevista o inesperada, sin perder el horizonte, incluso, si nos hiciera zozobrar.
Vivir en salud equivale a saberse en posesión de los recursos necesarios para transformar los acontecimientos, cuando sea posible, o para adaptarse ellos cuando no admitan otra opción.
La Salud nos refuerza en todos los aspectos, aporta clarividencia a nuestros deseos y decisiones, nos empodera y nos da alas para proyectarnos más allá del yo.
Es un generador de energía que se retroalimenta y, si le damos salida, fluye como un manantial; sólo hay que elegir la dirección. Se hará sentir allá donde pongamos una intención consciente, donde depositemos una atención cuidada y perseverante.
De ella surgirán la creación, la innovación y la renovación que mejoren diferentes aspectos de la vida, el desarrollo de proyectos, la colaboración, la interacción con el entorno y con nuestros congéneres en pos del bienestar global, sin el cual la propia abundancia carece de sentido.
Enlazamos así el micro-proyecto individual con un macro-proyecto colectivo de mayor alcance del que, sin duda, toda la comunidad sale beneficiada y que nos otorga una dimensión más elevada como seres.
El objetivo ineludible consiste en preservar, reforzar y remontar esa SALUD.
El cuerpo es un soporte físico-químico; un sistema de intercambio que toma del entorno los elementos que abastecen sus necesidades cotidianas. Materias sólidas y líquidas, gas, radiaciones lumínicas, térmicas, electromagnéticas… que inciden activando diferentes reacciones.
La calidad y cantidad de estos componentes son absolutamente trascendentes para nuestra biología.
Hemos de proveer al organismo de una adecuada OXIGENACIÓN, procurándole un aire limpio y libre de contaminantes y poniendo consciencia en la calidad de nuestro proceso respiratorio. Darle amplitud aprovechando toda la capacidad pulmonar y accionando la gran potencia del diafragma que gestionará con determinación la entrada de aire en los pulmones y, con él, del imprescindible oxígeno.
Realizar actividades aeróbicas que estimulen el sistema cardio-circulatorio en la medida adecuada, favorecerá una vascularización fluida llevando el oxígeno a todos los tejidos y células.
La optimización de estos procesos asegura, además, una eficiente recogida de las sustancias de desecho generadas en el metabolismo celular, de igual modo que se genera basura en una casa, una oficina o un centro escolar. El DRENAJE fluido de estos residuos es fundamental para que la célula se desarrolle en un medio limpio, aireado y saludable, permeable a los nutrientes y al constante intercambio de elementos esenciales, sin los cuales la vida plena no es posible.
Las culturas orientales, con su visión holística, integran con naturalidad lo físico y lo energético en un juego de EQUILIBRIO EN MOVIMIENTO: equilibrio, armonía, complementariedad de los opuestos, evolución constante… La práctica regular de disciplinas como el taichi, chi kung o qi dong, yoga… o, en la vertiente más marcial, el aikido o el kung-fu por ejemplo, son un muy buen soporte para desarrollar salud.
La ALIMENTACIÓN es, por supuesto, protagonista indiscutible en este reparto. Lo que comemos pasa directamente a formar parte de nosotros/as mismo/as. No olvidemos que el aparato digestivo es un tubo que separa lo ajeno de lo propio; el exterior del interior. Las materias que en él introducimos se ponen en contacto directo e íntimo con la profundidad corporal. Por ello, las agresiones sufridas por esta vía conllevan una gran repercusión en la salud.
No es casual que la patología digestiva sea tan extremadamente frecuente en nuestra sociedad actual.
Hemos normalizado el consumo habitual de sustancias tóxicas: químicos sintéticos camuflados en los alimentos, comidas procesadas, medicamentos innecesarios que se cobran su tributo en forma de efectos secundarios, azúcar, alcohol, grasas transformadas…
Comemos alimentos alterados y empobrecidos bajo la engañosa denominación de “refinado”; azúcar, harinas, aceites, panes y pasteles, precocinados y envasados plagados de aditivos, golosinas, carne y derivados de animales criados en condiciones de hacinamiento, mal alimentados y sobremedicados… Comemos productos radiados, modificados genéticamente y contaminados por los envases tóxicos que los contienen. El plástico invade los intestinos humanos, los pulmones, el cerebro…
Y… comemos demasiado. El exceso es causa de mucha enfermedad y de muchas muertes.
Deslizándonos desde lo más físico a lo más sutil, llegamos al momento de abordar lo emocional, aunque este desglose es tan solo un ardid que nos permite simplificar. El organismo es uno; una unidad. Un único sistema integrado, donde aquello que ocurre en una de sus parcelas repercute en el resto invariablemente.
Hasta tal punto esto es así, que en esta interrelación reside el secreto profundo de la Salud.
¿Por qué enfermamos? ¿Por capricho? ¿Por mala suerte? ¿Por castigo o redención?
La PSICOSOMÁTICA estudia la relación entre los procesos psico-emocionales y las diferentes enfermedades y/o síntomas.
Las emociones guardan relación con el grado de bienestar de nuestras células y órganos.
¿He recibido el alimento físico, mental y emocional adecuado y suficiente? ¿He cubierto mis necesidades de afecto? ¿Me siento segura/o… valiosa/o… en mi lugar… capaz…? ¿Puedo elegir? ¿Estoy a la altura? ¿Me siento con derecho a tener, ser, hablar, opinar, exponerme, hacer, decidir, disfrutar, rechazar, reclamar…?
Cualquier situación imprevista que ponga en peligro este tipo de cuestiones o que las niegue encerrándome en un lugar sin salida, pondrá en marcha emociones intensas e hirientes; si no encuentro el modo de resolverlas y darles un cauce adecuado, quedarán grabadas como “situación peligrosa” bien generando enfermedad, bien permaneciendo ocultas como una semilla bajo la tierra. Si más adelante una circunstancia equis actúa como acicate, dicha semilla germinará y dará lugar, tiempo después, a una patología en relación.
La causa primaria estará allá, en algún momento de la historia personal, enraizada y atrapada, dando sustento a ese proceso indeseado. Y es allí donde tendremos que ir a buscarla para extraer esa raíz y asegurarnos de dar salida a esas semillas emocionales, agazapadas escudriñando la ocasión de expresarse a contra pie.
Habremos de reconocerlas, acogerlas y ofrecerles un espacio protegido en el que ser liberadas sin juicio, dejando sanado lo que se sufrió y se guardó en soledad.
Compleja, circular e interconectada. Así es la vida… y la salud.
Como tal hay que entenderla y como tal hay que abordar las dificultades que pueda entrañar, sabiendo que ella misma pone en nuestras manos herramientas valiosas para dilucidar sus entresijos y resolver lo que inconscientemente nosotros/as mismos/as, por supervivencia, hemos anudado.
La SALUD es el más valioso de los tesoros. Cuidémosla.
Fdo: Dra. Paz Bañuelos Irusta