Partiremos de la premisa de que cada cuerpo es diferente y de que no hay un patrón estándar con el que cumplir a rajatabla.
Dejaremos a un lado las exigencias numéricas estrictas (tal es mi estatura, tanto tengo que pesar) que responden más a cuestiones de modas y estereotipos culturales que a valoraciones de salud.
Aquí, es de SALUD de lo que trataremos.
Las diferentes sociedades han modificado sus estándares de belleza a lo largo de la historia.
Incluso en un mismo momento histórico, conviven culturas con estereotipos opuestos respecto al atractivo físico en relación al peso. Mientras parte de la población mundial persigue la delgadez absoluta y los cuerpos longilíneos, otra valora y premia las formas voluminosas, la redondez y la corpulencia.
Sería interesante, a nivel global, poner de moda la salud. Al fin y al cabo, el cuerpo que habitamos será lo único que nos acompañe en esta vida, cada segundo y hasta el último aliento.
De cómo lo tratemos y de que lo mantengamos o no en buen estado, dependerá que disfrutemos con él o nos lamentemos desde él.
Como referencia, concluimos que existe sobrepeso, o en su caso obesidad, a través de fórmulas que ponen en relación parámetros individuales de talla, complexión, peso, edad. Superar dichos estándares significa que algo no va bien; un excedente de kilos supone un agravio al propio organismo que se verá alejado del estado de salud.
Cuando almacenamos grasa corporal en exceso, dicha grasa no solo se distribuye en el tejido adiposo, bajo la piel, sino que se deposita también alrededor de los órganos y vísceras dificultando su trabajo. Ese incremento de la grasa visceral conlleva un aumento de patología hormonal, metabólica y circulatoria de alto riesgo. A corto o medio plazo, determina alteraciones en el metabolismo general, desarrolla un proceso de resistencia a la insulina y genera bloqueos en todas y cada una de las células corporales; esto supone la pérdida de su capacidad para obtener y gestionar adecuadamente la glucosa, nutriente básico para su supervivencia en salud.
Sin duda, el sobrepeso es también un chivato; un síntoma que está denunciando deficiencias a distintos niveles, a veces ocultas o insidiosas, que sería conveniente revisar y reparar. Tras él se vislumbran alteraciones de la microbiota o disbiosis, disfunciones digestivas, estreñimiento, dietas deficitarias, inflamación intestinal, estrés, ansiedad…
Abordarlo y resolverlo evitará las complicaciones asociadas a un desajuste mantenido.
Resulta redundante desplegar la larga lista de patologías derivadas del sobrepeso /obesidad, una relación ya conocida y siempre interminable. Todas las funciones del organismo se deterioran y se acelera vertiginosamente el envejecimiento interno y externo. Un despliegue de problemas cardio-circulatorios, hipertensión, cardiopatías, varices, arteriosclerosis, infertilidad, alteraciones respiratorias, desfases hormonales, diabetes, enfermedades degenerativas como el hígado graso o la artrosis, inmunidad deficiente, cáncer, insuficiencia linfática, deterioro de la piel, déficits neurológicos, conflictos psico-emocionales… Complicaciones frecuentemente simultáneas, que nos hablan de un desajuste general que expresa a gritos sus dolencias.
Evitar llegar a una situación de esta envergadura es prioritario. No dejar que a los diez kilitos de más se vayan sumando otros tantos, cuatro este año, cinco el próximo, quizá alguno más de las vacaciones… y, junto a ellos, esa lluvia de manifestaciones añadidas que hablan de pérdida de salud.
Abordar una situación de sobrepeso exige aplicar una observación de amplias miras. Cada caso es único, tiene su propio recorrido y contiene las claves y los detalles que necesitan ser atendidos para su resolución.
Es importante considerar que pudiera haber muchas experiencias vitales acumuladas en ese peso de más, ataduras que pueden ser leves o profundas y muy arraigadas. Quizá requieran que se les preste atención. Revisar y remodelar hábitos de vida, considerar y aliviar posibles condicionantes psico-emocionales, sociales, laborales o personales, permitirá aflojar la tensión, allanar el camino y restaurar la armonía.
La pérdida de peso llama a revisar la dieta habitual para aplicar las correcciones necesarias y transformarla en una herramienta de Salud, al tiempo que la persona siente cómo se potencian su bienestar y su vitalidad.
La alimentación de cada día ha de ser la medicina primera, nuestra “medicina de cabecera”.
En contra de lo que aún se cree, si establecemos una estructura basada en alimentos completos y naturales, no es necesario contar calorías ni pesar cada ingrediente, ni sumar y restar gramos. Seleccionaremos productos de primerísima calidad nutricional, con alta concentración y variedad de nutrientes, y conseguiremos una alimentación realmente eficiente.
Respetar las exigencias metabólicas del cuerpo y trabajar a favor de sus leyes ofrece magníficos resultados tanto en cuestión de peso como de salud.
Es imprescindible diseñar un planteamiento adaptado a las características individuales y adecuar los menús y los ritmos a cada la persona.
Las preferencias individuales, respecto al tipo de alimentos deseados, marcan un punto de partida igualmente individual.
Las pautas omnívoras son las más extendidas en muestra población, aunque se observa un interés creciente por opciones vegetarianas y veganas que reducen los productos de origen animal y los omiten, respectivamente.
Analizando los pros y los contras de los diferentes planteamientos, cada cual puede elegir.
Con frecuencia, hay que contar con condicionantes específicos en cuestión de horarios y/o movilidad. Trabajos a turnos o nocturnos, viajes constantes, comidas fuera de casa, cambios imprevistos, limitaciones particulares, etc.
Ninguna de estas situaciones puede servir como renuncia o como disculpa para posponer la solución. Si se contempla y se trabaja desde ella, se recogen buenos frutos.
Como reflexión final, si el sobrepeso te incomoda de alguna manera, si limita en cualquier medida algún aspecto de tu vida, plantearse abandonarlo definitivamente puede ser un plan muy interesante.
Podrías dejarlo atrás para siempre; deshacerte de ese lastre molesto que, lejos de aportar bienestar, le resta salud, movilidad y libertad a tu vida.
Podrías hablar de él en pasado y disfrutar de los múltiples beneficios derivados de cuidar tu cuerpo desde el interior, para sentirlo y verlo sano y espléndido por dentro y por fuera.
Hoy es el mejor momento.
Fdo.: Dra. Paz Bañuelos Irusta